El Presidente se aísla para tomar decisiones sobre la situación económica frente a un bloque opositor de gobernadores, intendentes y legisladores de distintos partidos que exigen una inmediata mesa de negociación.
En soledad, Javier Milei prepara un profundo cambio de gobierno que ejecutará en su regreso de Roma hacia Buenos Aires. No tenía intenciones de echar a Osvaldo Giordano y Flavia Royón tres días antes de su audiencia con el Papa Francisco, pero sintió que “era el momento” y definió sus renuncias cuando regresó de una visita guiada al Coliseo.
El Presidente aplica la Teoría de los Juegos para analizar el tablero político nacional y fija una táctica que va cambiando con el discurrir de su propia perspectiva de la realidad. Milei establece un concepto de árbol al diseñar una acción política, y desde allí define distintas ramas de acción que por ahora se apoyan en este fundamento principal: como se llegó al déficit cero en enero, entonces el plan económico funciona; ergo la oposición debe plegarse a la agenda de la Casa Rosada.
En este contexto, mientras ya era de noche en Roma, Milei posteó en su cuenta de X (antes Twitter) un comunicado ratificando su mirada de las cosas y el sentido del voto que logró en las elecciones presidenciales. El posteo decía: “No vinimos acá a seguir jugando el mismo juego empobrecedor de los políticos de siempre. No vinimos acá a hacer pactos espurios en contra de los intereses de los argentinos. Y no vamos a ser cómplices del juego de los mismos parásitos de siempre que viven a costa de ellos”.
El Presidente consideró que su comunicado forzaría un retroceso de la oposición o serviría para explicar a la opinión pública sus próximos pasos en el Gobierno. A continuación, Milei aplicó el concepto de Chicken Game y apretó el acelerador: echó a Giordano y Royón cuando horas antes había argumentado a su acotada comitiva que los cambios sucederían después de la gira.
El Presidente cambió el tempus respecto a Giordano -tenía decidido su salida- y modificó su posición sobre Royón, ya que en Israel aún dudaba si debía forzar su caída por sus lazos con un gobernador que calificó de “traidor”. Pero Milei ejecuta la política sólo y consideró que era momento de iniciar una purga en el Gabinete.
El jefe Estado cree que los cambios en el Gobierno deben ser más profundos y llegar al nivel de ministros. Ya no le alcanza con la renuncia de Guillermo Ferraro de la cartera de Infraestructura, y avanza en un rediseño del Gabinete que dependerá de una posible política de alianza con el PRO y Mauricio Macri. “Es otra rama del árbol”, contestó Milei cuando le preguntaron acerca de la posibilidad de un acuerdo con Macri.
El Presidente tuvo contactos con el expresidente en la gira internacional, pero aún no define si habrá desembarco formal del PRO en la Casa Rosada, y si lo hubiera, con qué nombres, en qué puestos y cuándo. Milei no quiere un gobierno de coalición, no tiene intenciones de ceder los puestos claves del Gabinete, y los cambios podrían hacerse antes del comienzo de las sesiones ordinarias, el próximo 1° de marzo.
La hoja de ruta del Presidente exhibe -otra vez- el contraste entre su lógica personal y la praxis política que aplicarían su eventual socio en Balcarce 50 -Macri- y sus posibles aliados -gobernadores, diputados y senadores dialoguistas-, si finalmente hay un amplio acuerdo institucional para superar la actual crisis de Gobierno.
El expresidente considera que ahora está en juego la supervivencia del propio gobierno, y que es imposible aplicar conceptos de racionalidad política pura para salir de un laberinto auto construido sobre la base de tuits, reposteos, memes e inteligencia artificial.
Macri sostiene que los actuales números de la economía no implican una fortaleza de la administración Milei, que el fracaso causado por la ley ómnibus afectó la imagen del gobierno, y que el 56% de los votos en el balotaje ya pertenecen a los libros de historia.
A su vez, Macri argumenta que Milei debería romper su aislamiento y consultar por afuera de su círculo más estrecho. Una posición que también es compartida adentro del propio gobierno de La Libertad Avanza.
Desde esta perspectiva, adonde hay concepciones diferentes para aplicar el poder, un posible acuerdo entre Milei y Macri podría derivar en una estampida adentro del gabinete y en la formalización de un método de gobierno que no encaja con la lógica de pensamiento del Presidente. Es decir: la salida de la crisis puede causar una crisis más profunda y con efecto dominó.
A su lado siempre está Karina Milei, mientras chatea y habla por teléfono con Santiago Caputo. Ellos dos integran su primer círculo de confianza. El Presidente considera que el devenir político consolidará su programa de ajuste y que los gobernadores finalmente presentarán un proyecto de acuerdo para salir de la crisis.
También piensa en remozar el Gabinete, aunque su formato final dependerá de las conversaciones que mantenga con Macri cuando llegue a Buenos Aires. Milei considera que tiene las variables políticas y económicas bajo control y que hay una conspiración en ciernes empujada por las facciones opositoras que resisten su programa de Gobierno. Con esa premisa básica definirá su hoja de ruta después de la audiencia con el Papa Francisco.