La fractura del bloque oficialista en el Senado pone de relieve la falta de cohesión interna del Frente de Todos (FdT). El albertismo resiste en soledad sin un futuro prometedor, mientras el kirchnerismo analiza cómo lanzarse, haciendo a un lado a Fernández. El miércoles, 1° de marzo, el Presidente abrirá las sesiones ordinarias del Congreso en una jornada que marcará el reencuentro con Cristina Kirchner.

En el arranque de un año electoral, y en vísperas de la inauguración de las sesiones ordinarias del Congreso, Alberto Fernández se quedó sin respaldo en el Senado. Por varios meses, su interlocutor más cercano fue el entrerriano Edgardo Kueider, quien ofició como el principal vínculo entre la cámara baja y la Casa Rosada, especialmente durante las complejas negociaciones para aprobar el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Pero el “Turco”, como se lo conoce en el ámbito, le soltó la mano luego de que el Presidente incumplió una promesa. Le había asegurado que incluiría a Entre Ríos en el proyecto de zonas cálidas para que la provincia acceda a una tarifa eléctrica diferencial para la temporada de mayor consumo. Según explican sus allegados, Fernández no cumplió con su palabra y Kueider pegó el portazo, cansado de las idas y vueltas en su relación con el Jefe de Estado.
La salida del “Turco” de la coalición oficialista terminó con la ruptura del bloque. Una movida política que no solo implica la pérdida de votos que necesita para alcanzar el quórum, sino una fractura que deja en evidencia la falta de unidad interna en la antesala de las elecciones nacionales, aunque se intente disimular que existe cohesión.
A eso se suma la tensa relación con la oposición, agravada por la falta de predisposición al diálogo por parte del Gobierno Nacional, lo que provocó que no haya sesiones extraordinarias así como también que no exista una mesa de trabajo conjunta que convoque a distintos actores del arco político para participar de las discusiones urgentes de la Argentina.
En el oficialismo, las posturas están divididas entre quienes creen que la unidad no se romperá pese a las complejas circunstancias políticas y económicas que atraviesa el país, y los que piensan que si el Frente de Todos (FdT) deja de ser un partido competitivo en los próximos meses, se encamina a un proceso de descomposición total.
El peronismo arrancará el año legislativo con un poder disminuido.
Lo cierto es que el peronismo arrancará el año legislativo con un poder disminuido, donde Alberto Fernández y Cristina Kirchner se volverán a ver las caras. Los propios congresistas advierten, por lo bajo, que los próximos comicios serán difíciles de ganar. En su discurso de apertura de las sesiones, Fernández resaltará las bondades de su gestión y los esfuerzos que realizará en los últimos meses de su mandato, realzando su voluntad de pelear por la reelección.
Mientras tanto, en las entrañas del poder oficialista, ya piensan en una nueva coalición peronista en la que el Presidente no tiene lugar. En ese sentido, el kirchnerismo presiona para que Fernández baje su candidatura. Es que para el ala más dura, su gobierno está terminado. Lo que resta es estudiar cómo se puede ganar la elección o, en el peor de los casos, cómo mantenerse fuerte frente a una posible derrota.
Pero en el mismo corazón K, también hay una interna. Aunque la sociedad con Sergio Massa está sólida y existe una intención clara de correr del mapa al Presidente, hay varios temas en donde no hay coincidencias. Hoy, no convence ningún candidato de los nombres que se pusieron sobre la mesa. Ni Daniel Scioli ni representantes del nucleo camporista como Eduardo “Wado” de Pedro generan confianza puertas adentro. Creen que no pueden competir.

En este escenario oficialista complejo, la relación con la oposición es nula, aspecto que se convirtió en uno de los principales descontentos de la población. El juicio político a la Corte Suprema, por su fallo en la discusión del porcentaje de coparticipación para la Ciudad de Buenos Aires, rompió todos los puentes con Juntos por el Cambio (JxC). Ante esa situación, el interbloque opositor no dio quórum y el Congreso no sesionó de forma extraordinaria.
La jugada del oficialismo no tuvo éxito y la foto demuestra el desgaste. Las suspicacias en este tiempo de elecciones mantienen al peronismo en una situación de incertidumbre permanente. La ausencia de un proyecto político sin un sustento amenaza con fracturar al FdT.
Allí, en el sur, su discurso vacío de contenido puso de relieve la punta del iceberg de un proceso de degradación que ya comenzó a gestarse, un escenario que contrasta con el norte a seguir que impulsan los mandatarios del noroeste argentino, con la intención de que se replique en el resto del país. ¿Será una señal de alerta para el FdT de que llegó la hora de cerrar filas antes de que todo se venga abajo?