De Canadá a la Argentina, los últimos años estuvieron marcados por brotes de enfermedades prevenibles a causa de las bajas tasas de inmunización.

Nadie se ha vuelto a contagiar de viruela en América Latina desde 1971. La región fue la tercera, después de Estados Unidos y Europa, y la primera del sur global en eliminar la enfermedad, que la Organización Mundial de la Salud (OMS) consideró globalmente erradicada una década después. América también fue el primer continente que eliminó la polio en 1994: antes de eso, unos 6.000 niños quedaban paralizados cada año por culpa de la enfermedad.
Treinta años después, una región conocida por sus campañas titánicas de vacunación está asediada por noticias de la reemergencia de enfermedades. Enfermedades que pueden ser controladas a través de la inmunización. En cifras de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), este 2025 se han registrado 2.318 casos de sarampión, el 98% en Estados Unidos, Canadá y México, once veces más que el año pasado.
La misma entidad alerta también de 189 casos de fiebre amarilla, de los cuales 74 resultaron fatales, en Bolivia, Brasil, Colombia y Perú. En México, las autoridades anunciaron 809 casos de tos ferina en lo que va de año, con 48 muertes, y en Colombia, 242, la mayoría en niños menores de 5 años.
“Son situaciones diferentes”, explica el infectólogo Carlos Eduardo Pérez, de la Universidad Nacional de Colombia. En el caso de la fiebre amarilla, “hubo una baja en las tasas de vacunación y se disminuyó el monitoreo, con la aparición de un solo caso se deben activar todos los canales de contención”.

“Con la tos ferina, es pérdida de vacunación en poblaciones adultas y migrantes”, agrega. Y, respecto al sarampión, el médico recuerda que es un mal que afecta sobre todo a México y Estados Unidos “relacionado con una información errónea” sobre la vacuna contra la enfermedad: en 1998, se publicó un estudio que sostenía la hipótesis de que la vacuna contra el sarampión provocaba autismo, algo que ya ha sido desmentido de forma rotunda, pero que caló profundamente en algunos lugares hasta hoy en día. En retrospectiva, es un ejemplo de que la desinformación alrededor de la salud también existía sin redes sociales.
Pero, aunque la fiebre amarilla, la tos ferina y el sarampión tengan contextos epidemiológicos diferentes, tienen una cosa en común: las tasas de una vacunación que ayudarían a contenerlas no son suficientes. De nuevo, en cifras de la OPS, solo un 16% de los países del continente americano llegan a la cobertura recomendable para evitar brotes de sarampión (un 95% de la población vacunada con dos dosis). La media regional es de un 87% de cobertura para la primera inyección y un 76% para la segunda.
Para contrarrestar los discursos antivacunas, Barbosa, de la OPS, pidió a los Gobiernos “estrategias de comunicación que traduzcan los datos científicos” al público general. “Cada vez más gente necesita más información, y necesita información transparente”, agregó.
“No tenemos que discutir con la desinformación de los antivacunas, no vale la pena”, comenta Morabia, “pero tenemos que tener un discurso positivo explicando que las vacunas son útiles, han cambiado el mundo y hoy en día son esenciales para salvar nuestros hijos”.