"No sé qué va a pasar, preparate para todo”, le dice Lisandro Acuña a su gran amigo Gonza. Es la mañana del 15 de diciembre del 2021, el día con el que soñó durante cuatro años, el día en que la Universidad de Stanford anunciará quiénes serán los alumnos que superaron las exigentes pruebas de ingreso para el 2022. Es casi una utopía ya que no solo busca que lo acepten sino que está detrás de una beca de 300 mil dólares para poder viajar y vivir en la casa de estudios californiana.

En la charla con su amigo ambos sufren con la desesperante espera. Hay una hora estipulada en que el resultado será publicado: las 21. Lisandro tendrá que conectarse en ese momento exacto, ni un minuto antes, para saber qué será de su futuro. Pero antes de eso, deberá superar las angustiantes horas previas y Gonza será clave para que las agujas del reloj salgan del centro de escena.
El mejor amigo de Lisandro llegó por la tarde, pero no fue en bici porque: “Si no entro tal vez te pido que te vayas, te pago el Uber y listo”. Caía el sol y empezaban las horas más largas de la interminable cuenta regresiva. Había que buscar distracciones para que la ansiedad no le comiera el corazón a este adolescente ilusionado.
A los 8 años Lisandro conoció su pasión por las matemáticas. Foto: Varkey Foundation.
“Cociné una torta, fuimos a caminar, y a las ocho de la noche le dije: ‘Che ¿te jode si me voy a dormir?’. Yo ya no daba más de los nervios, necesitaba que pasara esa última hora rápido. Desaparecer y que se hagan las 21″, contó Lisandro a Clarín sobre el momento en que la tensión ya era ineludible.
– ¿Pudiste dormir?
– No, me acosté a las ocho y al ratito me desperté y le dije: ‘¿Qué hora es?’ Eran las ocho y diez. Estaba loco.
Faltaban todavía unos 50 minutos para que se conociera el desenlace de un sueño que había comenzado allá por 2018 y parecía imposible de cumplir por dos motivos. Por un lado la exigencia académica de una universidad de elite mundial. Por el otro, la cuestión económica. El chico de Villa Pueyrredón necesitaba una beca de 80 mil dólares por año para cubrir solamente los costos de Stanford.
Lisandro necesitaba una beca de 80 mil dólares por año para poder estudiar en Stanford. Foto: Varkey Foundation.
Pero el filtro de la prestigiosa Stanford no termina en el dinero y los conocimientos. Cada aspirante es analizado en profundidad para ver si cumple los requisitos para ser uno de sus alumnos. Tener los dólares y las calificaciones exigidas no garantiza el ingreso y solo el 5% de los estudiantes que aplican logran entrar. “Si alguien te dice que entró a Stanford es porque algo bien hizo”, resume Lisandro.
Historia de una pasión
Lisandro tenía 8 años cuando se enamoró de los números. Escapó de una clase de natación y, mientras esperaba que sus padres fueran a buscarlo, aceptó la invitación a participar de un taller de matemáticas. Desde entonces no paró de buscar desafíos. “A los 12 fui a mi primer competencia internacional, con gente de toda Latinoamérica, gané la medalla de plata”, cuenta sobre su logro en la Olimpiada Rioplatense.
 
	    	










 
							
 
								 
							 
								



