Empezamos el mes que caracteriza a nuestra provincia, en especial a nuestra capital, como la Capital Nacional de la Juventud y la Primavera. Llegó el tan esperado septiembre, con la renovación natural de lo que ha quedado tras el invierno, y el renacer de la vida en todas sus formas.
Sin embargo las cosas que escapan al mundo de la naturaleza, las cosas del hombre siguen de mal en peor. Este es el escenario que se nos recuerda con la "foto que indignó al mundo" del niño Aylan Kurdi, el niño inmigrante sirio que murió ahogado en las aguas de la indiferencia de un mundo que no comprende de necesidades, y que menos se hace cargo de las tragedias que provocan en otros lares el precio del estilo de vida de los afortunados.
Una foto que se suma a las tantas fotos que avergonzaron a la humanidad en momentos en que el conflicto, la problemática y la coyuntura parecen tocar fondo.
Sin dudas, estas tragedias humanitarias merecen toda la atención de la opinión pública y todas las energías y voluntad política para darles una solución.
Sin embargo no debemos olvidar las tragedias propias, esas que están aquí a la vuelta de la esquina, en un hospital donde la gente va a morir en vez de a traer nuevas vidas al mundo, en comedores escolares que se hicieron necesarios para intentar paliar los efectos de décadas de desmanejos que provocaron que los padres no puedan alimentar a sus hijos, o en la violencia que cobra día a día mayor protagonismo y vidas que engrosan las estadísticas de la vergüenza, como ocurrió con la muerte el joven Ariel Velásquez.
Esas cifras que se intentan esconder detrás de frías estadísticas de niños que se mueren de desnutrición en el país de los alimentos, en Salta, Chaco y Formosa, donde la gente tiene "hambre de agua", la sed de justicia sigue insatisfecha. Nadie puede olvidar el rostro del hambre del niño qom Néstor que murió ante la indiferencia y la negligencia de una política que no sabe dar respuesta al más elemental de sus deberes.
Con estas desgracias ocurriendo a diario en nuestro país y en el mundo, las miradas argentinas parecen estar más concentradas en los 47 días que restan para el 25 de octubre, cuando los argentinos elijamos nuevamente quiénes serán los encargados de dirigir las riendas de nuestro destino.
Hasta ahora la campaña se basa en la constante queja, el carpetazo, y la deslegitimación del adversario, sobre todo cuando los resultados son adversos.
No hay atisbo de un debate serio sobre las propuestas que lleva cada uno en los actos de campaña. Todo se reduce a chicanas, amenazas, y descalificación de las ideas del que piensa distinto.
El oficialismo nacional, despliega el grotesco aparato en cada acto, evidenciando sin pudor el uso excesivo del clientelismo y el apercibimiento a las masas de que sin continuidad se perderán beneficios sociales y derechos que los otros abrogarán en cuanto lleguen.
Desde la oposición se cargan las tintas contra los resultados electorales adversos, no se acepta el dictamen popular, se lo pone en duda en todo momento. Se llegó a esta instancia del juego para venir a patear el tablero cuando el resultado no gusta, y esto no deja de pasar inadvertido, tanto para el observador avezado como para el ciudadano de a pie que se siente menospreciado cuando vota de determinada manera.
Pero fuera de esto, no hay contenido en la campaña. Se sigue intentando instalar el fantasma de la polarización y un debate entre la continuidad y el cambio, sin que se debata a fondo cuál es cambio necesario y en qué se va a dar, ni porqué es mejor la continuidad de un proyecto que se va en declaraciones voluntaristas y que parece haber llegado ya al momento del ocaso.
Prueba del ocaso del kirchnerismo nacional se da en resultados electorales como los que se dieron en ATE, en el que el emblemático Nando Acosta no pudo ganarle a su oponente Godoy, en una elección que viene confirmando que el kirchnerismo no logra hacer pie ni en universidades ni en ámbitos que hasta hace poco se los podía considerar como propios.
En éste contexto, la semana que pasó comenzó con un nuevo embate de parte de Gerardo Morales hacia el proyecto de la Ciudad Cívica que viene proyectando el oficialismo desde el 2013.
El máximo referente de la oposición expresó que +esa obra se va a parar en cuanto llegue al gobierno, generando el rechazo y repudio de los sectores ligados a la construcción, y también de buena parte del arco político oficialista.
Si bien el proyecto ha sido objeto de duras críticas desde todos los sectores, se trata de una obra en ejecución con fondos nacionales. Ponerle un alto, no solo trae incertidumbre al trabajador que depende de ésa obra, sino a la seguridad jurídica que se dice querer defender -al menos en el discurso- desde la oposición.
Es cierto que se trata de una obra millonaria, y faraónica, cuyos fondos podrían haber sido mejor utilizados. Pero hay que reconocer que se trata de una obra para el bien de la provincia, al concentrar toda la administración pública provincial en un solo sector de la ciudad, evitando la dispersión y ayudando a una mejor efectividad de la misma. ¿Cuánto dinero se ahorrará en alquileres en el largo plazo, y cuánto dinero y tiempo se ahorrará en trámites administrativos? ¿Cuánto valor se agregará al casco histórico cuando se pueda aprovechar los viejos edificios para fines turísticos, culturales y estéticos?
Se puede estar de acuerdo que muchas de las cosas que hizo y hace la actual gestión son pasibles de críticas, pero insistimos en que las críticas deben ser constructivas y dirigidas a cosas en las que el interés colectivo se ve vulnerado.
La respuesta del gobierno no tardó en llegaron, y al parecer, en la oposición parecen haber caído en cuenta en que se estaba haciendo una crítica destructiva e injustificada y terminaron bajando el tono para pasar a concentrarse en las denuncias que se formularon sobre la ministra Florencia Gelmetti por una escandalosa malversación de fondos públicos.
Si bien muchos podrían interpretar las mismas como un acto más de campaña, no es menos cierto que aquí si está totalmente justificada la crítica y el señalamiento de maniobras supuestamente fraudulentas, porque cuando se vulnera un interés público como la Educación, todos somos responsables por defender lo público, lo que es del Pueblo.
No es un hecho desconocido el estado paupérrimo en que se encuentran los establecimientos educativos, que a pesar de la falacia presupuestaria que implica una mayor asignación del porcentaje del presupuesto, ello no se traduce ni en mejores condiciones, ni en mejores resultados.
Es un hecho que la Educación Pública, como otras carteras que representan deberes indelegables del Estado, pasan por su peor momento.
Desde el oficialismo, en vez de responder con mayor transparencia, se ha optado por el silencio ante la denuncia, y salir con contradenuncias hacia candidatos de la oposición por sus vinculaciones en administraciones que finalizaron hace más de 15 años, y sobre quienes no pesa ninguna causa judicial al respecto.
Como vemos, la campaña parece reducirse a esto. Y el elector, no tiene aun para su consideración propuestas serias, ni desde el oficialismo, ni desde la oposición. Solo campaña sucia, dimes y diretes que terminarán en la Justicia, y seguramente en la nada... y nada más.
Pero no. La campaña electoralista se define en lo que es prácticamente un campo de batalla, en el que se despedaza despiadadamente al adversario que pasó a ser un enemigo. Se festeja y se magnifica el error del enemigo, y se hace constantemente leña del árbol caído. Tal como ocurrió con la magnificación mediática de la ruptura del sector Mi Jujuy, conducido por Daniel Macías, del Frente Cambia Jujuy, como si se hubiera tratado de un hecho de mucha trascendencia que pone en peligro el consenso logrado por Gerardo Morales en el armado opositor donde hoy conviven más de 20 partidos políticos.
Se espera que a mediados del mes, según prometió Gerardo Morales, se conozca algo de su plan de gobierno para los próximos cuatro años, pues hasta ahora solo se conocen declaraciones voluntaristas y cosas que le endulzan el oído a la gente. Mucho del qué, pero nada del cómo.
El gobierno provincial ha desplegado su aparato en la capital de la provincia, esperando con ello torcer la tendencia que ha llevado al radicalismo a mantener un enclave de importancia en San Salvador de Jujuy, esto se nota en los constantes anuncios de mejoras en los barrios donde el Estado Municipal está ausente.
Claro que para el vecino, la atención y la obra en aquellos lugares olvidados es siempre bienvenida porque le mejora la vida. Pero esto no deja de significar un entrometimiento del gobierno en una jurisdicción que no le corresponde, y es otra forma de hacer campaña, si se quiere sucia, y por qué no violenta, porque no respeta las reglas y los códigos.
En realidad, lo que la mayoría de la gente espera después del 11 de diciembre, más allá de quien gane en la provincia o el municipio, es retomar un poco la normalidad. Que la ciudad vuelva a ser la Tacita de Plata, y que también exista cooperación y coordinación entre el gobierno y los municipios. Que sea algo normal ver al gobernador y a un intendente reunidos en un acto público sin que ello signifique hacer especulaciones partidarias. O que cuando llega a la provincia un gobernador, aunque sea de otro color político, sea el gobernador y una comitiva de intendentes quienes lo reciban como debe ser.
La gente espera que estos actos de egoismo y mezquindad política queden de una buena vez atrás y en el olvido, y que las diferencias ideológico-partidarias, no sean motivo de odios sino que sean emblema de la diversidad de pensamiento y conciencia que son síntomas saludables de una sociedad democrática.
El hecho que sin dudas ocupó el protagonismo de la semana fue el lanzamiento oficial de la candidatura Morales-Haquim, en un multitudinario acto celebrado en el Club Luján, con la presencia de los principales referentes de UNA, Con la fórmula presidencia Massa-Sáenz presente, junto al emblemático José Manuel De La Sota.
Con éste acto público, con el presidenciable del Frente Renovador levantándoles las manos a Gerardo Morales y a Carlos Haquim, parece haber quedado definido hacia adónde irán los votos del radicalismo jujeño dado el eventual caso de un Ballotage entre Massa y Macri, descontando que por supuesto irán a favorecer a Massa en el caso de un Ballotage ente Massa y Scioli.
La pobre perfomance del PRO en la provincia de Jujuy, y en los distintos escenarios nacionales donde el proyecto de Mauricio Macri no logró hacer pie, van dejando en claro que la postura que llevaron Gerardo Morales y Julio Cobos a la convención de Gualeguaychu, era el camino correcto a seguir.
Los resultados de Jujuy, también demuestran que detrás de las encuestas nacionales hay un intento de sobrevaluar a Mauricio Macri por encima de Sergio Massa hay un intento de manipulación de la intención de voto que no ha dado resultados.
La afirmación de que Sergio Massa podría llegar a disputar la segunda vuelta, no es del todo descabellada.
Por lo pronto, habrá que esperar y seguir observando cómo se desarrollan los hechos en éstos 47 días que nos separan del 25 de octubre, para ver cómo quedarán clasificados los competidores. De lo que si estamos seguros, y esto siguiendo las encuestas serias que se dan tanto a nivel provincial como nacional, es que nadie tiene asegurado el triunfo en primera vuelta.
Como siempre muy precisos sus comentarios-gracias