Un equipo de la Universidad de Carolina del Norte (EE.UU) liderado por el biólogo Ty Hedrick lleva desde 2010 estudiando a conciencia el vuelo de las aves para diseñar las bases de la nueva generación de drones. Si hasta ahora la construcción estaba supeditada a la aerodinámica que se utiliza en la aeronáutica, gracias al estudio de los científicos podríamos estar cerca de fabricaraparatos no tripulados que volarán como las aves.
Hedrick ha elegido las golondrinas como su “modelo a imitar” y utilizando tres cámaras de alta velocidad que captan hasta 100 millones de imágenes por segundo ha descubierto que su anatomía les permiten realizar giros a tal velocidad que dejarían el rídiculo al mejor de los pilotos humanos. Como parte de un grupo de trabajo que incluye a biólogos e ingenieros trabaja en construir una flota de drones de todo tipo, desde pequeños aparatos que imitan el vuelo del colibrí a grandes máquinas que planearán durante horas como un águila.
“No tratamos de reproducir la naturaleza, sido de aprovechar los principios básicos” comenta en Science News el ingeniero aeroespacial Kristi Morgansen de la Universidad de Washington en Seattle y líder de uno de los dos proyectos que financia la Oficina de Investigación Naval de EE.UU. con 15 millones de dólares. El otro, dirigido por Russ Tedrake desde el MIT, avanza en la costrucción de drones que sean capaces de volar entre árboles o edificios sin necesidad de piloto.
Más allá de la construcción de drones, el profesor Tedrake insiste en lo mucho que podemos aprender de las aves: “La mayoría de nuestros mejores sistemas de control de aviones de combate, no le permiten detener a sus alas. Pero las aves lo hacen de forma rutinaria. ¿Necesitan los cazas alas más diestras o cerebros más flexibles? Por nuestro resultados preliminares, apostamos por la segunda opción.