Una semana triste y bochornosa para la historia argentina han dejado como saldo a un gobierno nacional bajo sospecha y bajo la lupa de la opinión pública nacional e internacional.
La muerte del fiscal Alberto Nisman suma un nuevo capítulo a los 21 años de impunidad en la causa AMIA, y una nueva entrada en el triste récord de muertes inexplicables -ocurridas en democracia- pero llenas de un contenido político que afectan seriamente a institucionalidad de nuestro país y a la credibilidad y autoridad moral del Gobierno de turno.
Es un hecho con precedente al que solo le cabe el calificativo de magnicidio, al tratarse de un fiscal de la nación encargado de investigar nada menos que el atentado terrorista más grave de toda la historia que se cobró la vida de 85 ciudadanos argentinos. El único antecedente de magnicido en nuestro país podría encontrarse en la muerte del senador Enzo Bordabehere, quien recibió las balas destinadas al senador Lisandro de La Torre, en plena sesión del Senado de la Nación en 1935.
Casualidades o ironías de la vida, el fiscal Nisman tenía que concurrir a una comisión del congreso para explicar la imputación del delito de encubrimiento del terrorismo que había hecho en contra de la presidente de la nación y el canciller, en favor de un intercambio comercial de granos por petróleo con la República de Irán. Lisandro de la Torre venía denunciando la corrupción en el comercio internacional con Gran Bretaña que involucraba a exportadores, productores, y frigoríficos. Alguien quiso callarlos. Alguien estaba molesto por lo que tenían que decir. Por casualidad, dicen que Lisandro de la Torre ¿se quitó la vida de un disparo en el corazón?, abrumado por la muerte de su colega senador y tras fracasar en sus denuncias públicas de la corrupción en torno al comercio internacional.
El caso Nisman ha dado muchos giros desde que se conoció el desafortunado final de la vida de un hombre que estaba en la cúspide de su carrera como jurista. No son pocos los que dudan sobre la hipótesis del suicidio, especialmente quienes lo trataban cotidianamente. Claro que en cuanto tomó estado público la muerte y las sospechosas circunstancias que rodeaban a la escena de la muerte, no faltaron quienes inmediatamente se apresuraron a suscribir la hipótesis del suicidio.
Desafortunadamente la primera en emitir un veredicto sobre la muerte del fiscal fue la presidente de la nación. En una cínica carta virtual publicada en su cuenta de facebook, la presidente inició la misiva elucubrando sobre las razones que pueden llevar a una persona a tomar la decisión más grave de todas: la de acabar con la propia vida. El resto de la carta fue una crónica autoreferencial de cómo percibe ella que se ha manejado la delicada causa AMIA durante la década ganada. Son muy pocos los que pueden estar de acuerdo con ella sobre este punto, sobre todo los familiares de las víctimas y la colectividad judía que, en la semana que pasó, le bajó el pulgar. Muestra de ello fue la no asistencia de las delegaciones de la AMIA y la DAIA al acto que preparó el Gobierno para conmemorar un nuevo aniversario del Día del Holocausto. La otra muestra fue la masiva marcha que realizó la Celectividad hacia la AMIA reclamando justicia y exhibiendo carteles con la leyenda #YoSoyNisman o #NismanMuertoN°86.
Claro que no faltaron los obsecuentes de siempre que adhirieron al veredicto que solo una exitosa abogada pudo realizar sin tener contacto con la escena de muerte, ni con las evidencias recabadas. Y así fue que Sergio Berni lanzó la primera evaluación afirmando que "cuando tenemos un cuerpo, un arma y un casquillo, todos los caminos conducen al suicidio". Tras la primera carta de la presidente los obsecuentes no se hicieron esperar. Víctor Hugo Morales llegó a asegurar que el fiscal se quitó la vida al darse cuenta de lo endeble de sus "mentiras" y de que lo habían dejado solo. El oficialismo organizó la primera conferencia al respecto, con Julián Dominguez y Juliana de Tullio a la cabeza elucubrando sobre un suicidio inducido de un fiscal que decidió interrumpir abruptamente sus vacaciones para venir a presentar una denuncia a la que calificaron de "endeble" jurídicamente. Si bien no lo dijeron literalmente, es lo que dieron a entender al hablar de un pobre hombre manipulado que se dio cuenta de que lo habían utilizado con un fiasco judicial.
A los pocos días, y ante la evolución de la investigación sobre la misteriosa muerte, a medida que se fueron revelando detalles e improlijidades de manual por parte de la custodia y las fuerzas de seguridad que intervinieron en un primer momento en la escena de muerte, Cristina decidió cambiar de opinión. Dicen que fueron las encuestas lo que le hizo cambiar tan abruptamente de parecer. Al segundo día de conocerse el fatal desenlace del fiscal, los sondeos mostraban que un 70% de la gente creía que al fiscal lo mataron por lo que tenía que decir el lunes que no fue.
A pocas horas de conocida la nueva versión de Cristina, el Partido Justicialista en pleno salió a respaldar a la presidente. "La jefa no se puede equivocar". Y emitieron un desopilante y rocambolesco documento que podría ser objeto de una película de Hollywood para un thriller de espías y acción. En el documento, no podría haber sido de otra manera, los gobernadores y legisladores justicialistas y máximas autoridades del PJ Nacional, denunciaron una supuesta conspiración "golpista mediática judicial" que pone constantemente en jaque a la gobernabilidad e institucionalidad del país. Nada nuevo bajo el sol, pues es algo de lo que han venido hablando durante los últimos 8 años y hasta ahora jamás se han producido pruebas de algún club del mal integrado por Héctor Magnetto, la familia Judicial y resabios de la dictadura que quieren "voltear al gobierno nacional y popular".
Servil y genuflexamente se han prestado todos estos hombres de cabezas canas a un nuevo mamarracho institucional lanzando acusaciones infundadas y provocando más confusión entre la población en vez de haber hecho un llamado a la calma, manifestado pleno apoyo a la Justicia, y llevado tranquilidad a una población consternada por el reciente magnicidio.
Hace tiempo que desde estas líneas vengo diciendo que hay una grave falencia en la estrategia comunicacional del gobierno. Durante años la presidente se ha dedicado a hacer uso y abuso de la cadena nacional, haciendo inauguraciones y reinauguraciones de quiosquitos, anunciando rimbombantemente la postura de morir con las botas puestas frente a un imaginario enemigo internacional que no nos deja surgir, disciplinando públicamente a los estoicos felpudos que suelen acompañarla a pesar del constante ninguneo, o comunicando innecesarios detalles de la vida sexual de la presidente. ¿De qué interés puede resultarle a alguien el hecho de que el fallecido Néstor Kirchner se ponía cachondo comiendo cerdo?
La presidente y su entorno han frivolizado hasta el hartazgo el canal de comunicación extraordinario que tiene el Poder Ejecutivo para comunicar cosas importantes. Quizás de poco hubiera servido haber hecho uso de la cadena nacional tras la muerte del fiscal para llevar al Pueblo Argentino un mensaje de tranquilidad, de que la jefa de Estado se pone al frente de los acontecimientos, de plena colaboración con las autoridades judiciales para la investigación y esclarecimiento de la luctuosa muerte del fiscal a tan solo un día de justificar su denuncia ante el Congreso. Pero no… la presidente volvió a equivocar la estrategia y volvió a elegir el camino del enfrentamiento, la división. Con sus dos cartas solo ha traído más incertidumbre.
Para ser justos y objetivos, cabe mencionar que si bien desde el oficialismo quedaron un tanto descolocados por los cambios de versión de la presidente. No es menos cierto que hubo algunos sectores de la oposición que aprovecharon políticamente la muerte del fiscal. Fue el caso puntual de Mauricio Macri quien inmediatamente salió a victimizarse, casi como la presidente, por la causa de las escuchas. De hecho fue el fiscal Nisman quien procesó al jefe de Gobierno de la CABA por las escuchas ilegales que involucraron al tristemente célebre “Fino” Palacios. Desde hace tiempo que el entorno cercano a Macri está preocupado por cómo hacer que el jefe “zafe” del sambenito que cuelga sobre el por estar procesado. Hace pocos días el Juez Casanello denegó un pedido de sobreseimiento para Mauricio Macri en la causa por las escuchas.
CÓMO AFECTÓ LA MUERTE DE NISMAN EN LAS ENCUESTAS
La sospechosa muerte del fiscal especial de la causa AMIA, Alberto Nisman quien imputó penalmente a la presidente de la Nación, Crsitina Fernández de Kirchner, al canciller, Héctor Timerman de haber elaborado un plan de encubrimiento criminal a funcionarios iraníes sospechados de haber sido los autores del atentado en la mutual judía de 1994 ha verificado un efecto devastador en la imagen de la presidente de la Nación.
De acuerdo con una encuesta realizada para el diario Perfil por la consultora González y Valladares y la firma iSurveyX. La imagen positiva de la CFK cayó cuatro puntos entre diciembre y enero. De acuerdo con los consultores el hito de mayor derrumbe se ubica en el pasado lunes, cuando se conoció la muerte de Nisman, fecha en que inició un pronunciado declive en la gráfica. Para el 54% de los encuestados la imagen que tenían de Cristina empeoró después del hecho. Y se mantuvo igual para un 32,6%, lo que se considera el núcleo duro del kirchnerismo.
Este fenómeno puede observarse claramente en el hecho de que la imagen negativa superó los cincuenta puntos aumentando, de un mes a otro, 11 puntos.
Para una abrumadora mayoría de los encuestados que ronda el 90%, las acusaciones de Nisman son totalmente ciertas. De estos, un gran porcentaje cree que el fin del asesinato –así lo definieron– es encubrir al oficialismo.
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